Praga, la de las cien cúpulas
Praga, la capital de la República Checa es un destino ideal para una escapada de fin de semana; elegante y grandiosa, la ciudad que inspiró al gran escritor Franz Kafka ha visto aumentar la afluencia de visitantes constantemente desde 2004, cuando ingresó a la Unión Europea.
Praga es conocida como “La ciudad de la cien cúpulas”, ya que tiene actualmente más de quinientas de estas maravillas arquitectónicas que después de la reconstrucción de la ciudad, han sido puestas a punto para deslumbrar e iluminar la ciudad con su brillo dorado. Nos espera con sus calles estrechas y su encanto medieval y moderno al mismo tiempo.
Comenzaremos nuestra visita en Staromestská, la plaza de la Ciudad Vieja, donde será un placer sentarse un momento en un café, planificar el paseo y observar a la gente y los edificios que la rodean, como la iglesia gótica de Nuestra Señora de Tyn con sus dos torres de 70 metros y muchas construcciones de los más variados estilos arquitectónicos.
A un costado de la plaza se encuentra la estatua de Jan Huus, un predicador religioso que fue quemado en la hoguera por sus ideas reformistas. Saliendo de la plaza camino al puente se encuentra el Reloj Astronómico, que está en funcionamiento desde comienzos del siglo XV y fue reparado solamente una vez, en el año 2002, cuando se produjeron unas grandes inundaciones.
Otro lugar para visitar en la ciudad vieja es Josefov, el barrio judío, al que se entra por la antigua Puerta de la Pólvora; allí se puede conocer el cementerio y la Sinagoga Vieja.
Partiendo de la Plaza Wenceslao hacia el Paseo Real, visitaremos una de las treinta calles más caras de Europa. El Paseo Real es una calle peatonal con negocios de marca instalados en locales y edificaciones que tienen dos o tres siglos de antigüedad y que conservan sus elementos arquitectónicos clásicos como cariátides, columnas y escaleras de mármol.
Nos espera ahora el Puente Carlos IV, todo de piedra y el más antiguo de la ciudad, cuya fecha y hora de inauguración conforma un número capicúa: año 1357, día 9 de julio a las 5.31 horas. Llegaremos caminando por las orillas del Moldava, contemplando además otros puentes sobre el río y pasando frente a la antigua Universidad de Carlos, los conjuntos arquitectónicos Rudolfinum y Klementinum y el Museo de Arte Decorativo.
El Puente es un lugar muy transitado a toda hora, por turistas pero también por los habitantes de la ciudad o quienes trabajan en ella. Actualmente es sólo peatonal, bordeado de estatuas de arenisca negra, construido por Carlos IV para reemplazar uno anterior.
Otros lugares imperdibles son el castillo Hradcany, el más importante de la república en el que actualmente funcionan oficinas gubernamentales; la catedral de San Vito, donde están los restos de San Wenceslao, negra, antigua y dorada; Mala Strana, un barrio de moda, con cafecitos y hoteles boutique donde se alojan artistas y viajeros más experimentados y la calle Nerudova, larga bajada adoquinada en homenaje al poeta checo Jan Nerudova, de quien tomó su nombre el poeta chileno Pablo Neruda.
Al atardecer lo ideal en Praga es sentarse a tomar una cerveza; dicen que en la República Checa, donde hay cincuenta fábricas de cerveza, se consigue la mejor “pivo” (cerveza) del mundo; no es de extrañarse ya que aquí se inventó la cerveza y es el país que más la consume en el mundo.
Terminemos el día en Praga asistiendo a un concierto de música clásica en alguna iglesia, teatro o museo de los muchos que abren por la noche para ofrecer este tipo de espectáculos.
Foto: vía Flickr
Conéctanos