Las ruinas de Palmira, en Siria

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Uno de los destinos turísticos de Siria es Palmira, las ruinas de una antigua ciudad que están situadas a poco más de 200 kilómetros de la ciudad de Damasco, la capital del país. En su momento Palmira era una parada obligada de todas las caravanas que cruzaban el desierto y es importante decir que su nombre aparece incluso en la Biblia, en el Viejo Testamento. Las ruinas, situadas en un oasis, son numerosas y la vista de columnas, muros y calles no deja de asombrar. Mucho más cuando los guías relatan los vínculos de la ciudad con el Rey Salomón y los romanos.

A estas alturas la UNESCO ya ha declarado al conjunto un Patrimonio Mundial. Su nombre original en arameo es Tadmor, palmera, y el nombre con el que la conocemos es la traducción griega. Al momento de su fundación tenía un rol importante en la ruta comercial entre el norte de Siria y la Mesopotamia ya que estaba situada más o menos a mitad de camino entre el Eufrates y el Mediterráneo. Empezó a crecer en el siglo III a.C, quiso ser conquistada por Marco Antonio (el novio de Cleopatra), pero él no lo logró y finalmente fue parte del Imperio como una provincia más durante el gobierno de Tiberius. Después sería colonia, es decir que no pagaba impuestos, y durante los siglos II y III floreció.

De entonces datan los principales templos cuyas ruinas se ven hoy día pero no faltan edificios influenciados por el estilo de la Mesopotamia y de Irán. También se ve la huella de los persas y de los romanos así que hay de todo un poco reflejando con acierto el carácter de cruce de muchas civilizaciones que caracterizó siempre a Palmira. Hay una calle extensa, de casi kilómetro y medio, bordeada de columnas, miles, un arco enorme que ha sido restaurado, un teatro, la casa del senado, santuarios, templos dedicados a dioses varios y un museo con todo lo que se ha encontrado en las excavaciones.

Dicho sea de paso, estas excavaciones no cesan nunca y los arqueólogos siguen encontrando cosas. Por ejemplo, en los años ’90 se encontraron tumbas romanas al sudeste del Templo de Bel. En estos momentos seguro que no conviene ir a Siria por los problemas políticos que hay pero cuando las aguas estén mas tranquilas este es uno de los sitios que Oriente tiene para nosotros, los viajeros de la historia.

Foto vía: Wayfaring

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2 comentarios

  1. Celina dice:

    Sería una desvergüenza que se intente reconstruir las ruinas de Palmira, con tanta gente que a lo largo y ancho del planeta se ha quedado sin hogar por desastres naturales y guerras. Con la hambruna y enfermedades haciendo alarde de su poder destructor. La humanidad no necesita para nada esa reconstrucción.
    Que a la Unesco no le concierne el hábitat? puede que legalmente cierto, pero lo dudo en el aspecto moral y etico. Miles (no me atrevo a decir millones, de esas cifras no se llevan estadísticas) de personas vienen a este mundo con un solo bien, la marginalidad. Desposeídos, de una alimentación sana, viviendo en chabolas, obligados a trabajar desde su más tierna edad, abusados, privados de todo tipo de justicia. Escuela? Quién piensa en ello? Sus familias en las mismas condiciones? Los rechonchos en el poder? Los superegos de la Unesco?
    Estos últimos están escasos conservando ruinas y edificaciones monumentales ordenas por SUPERegos, que al partir de este mundo no fueron capaces tan siquiera, de levantar sus huesos.
    Cada vez que veo sus documentales pienso en trabajo esclavo, sufrimiento, látigo, agonía y muerte. Miles de recursos despilfarrados conservando piedras, mientras se desprecia la vida. Esas si, maravillas de la naturaleza, saqueadas, abusadas, destruidas. Cantidades de especies que día a día desaparecen, otras tantas en peligro de extinción. Mares, rios, atmósfera, contaminados, tierras erosionadas, estériles .
    Yo quisiera que alguien me cuente por qué la humanidad precisa conocer la tumba de Nefertritis. Se sospecha que contiene un mensaje de redención para la raza humana? Es sólo para engordar los superegos de los investigadores? Se espera encontrar tesoros? En los dos últimos casos que financien con recursos propios sus obsesiones, y no expolen a los destinados a la educación y la cultura. Porque lo que es a mi, saber dónde se encuentra la citada tumba, no abre ni un ápice mi frontera cultural. No cederé ni una neurona para almacenar esa información. No me interesa en absoluto.
    Ojo que no ve, corazón que no siente. La Unesco se sabe bien esa película con respecto a su obligación con la educación y cultura de los marginados. Espero que tampoco dirija su mirada a Palmira si no quiere abofetearnos a los dolientes de este planeta..

  2. Carlos dice:

    Me pareció muy bello y lindo

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