El viejo Quebec, encanto francés en Canadá
La provincia de Quebec es la más grande de Canadá y, si bien una de sus ciudades más conocidas es Montreal, nosotros nos decantamos por visitar hoy su capital, la ciudad de Quebec.
En toda esta región se habla francés, y visitando el casco antiguo de la ciudad, oir el acento de sus habitantes nos lleva a imaginar pasear por alguno de los barrios de París o cualquier ciudad francesa.
El distrito histórico del viejo Quebec está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1985. Posiblemente sea el mejor ejemplo de ciudad colonial fortificada de Norteamérica, ya que precisamente es la única que ha podido conservar sus murallas, baluartes, puertas y otras fortificaciones. Esto provoca que nuestra sensación de estar en alguna ciudad medieval francesa sea mucho mayor.
El centro histórico se encuentra al este de las murallas. Se extiende precisamente desde esas viejas murallas hasta el río San Lorenzo y se convirtió en el centro político y comercial de la Nueva Francia durante los siglos XVII y XVIII. Un lugar con un encanto particular en el que las calles y plazas se mezclan con los monumentos, las agujas puntiagudas de las iglesias y las casas de colores.
Lugares como la Plaza Real o el Paseo de los Gobernadores son rincones que siempre están llenos de turistas. Precisamente los barrios y casas que se encuentran alrededor de la Plaza Real son los más antiguos de la ciudad. Tanto en esta como en la calle Notre Dame veréis las típicas casonas nobiliarias de los siglos XVII y XVIII que la empapan de un carácter pintoresco.
El reducto Dauphine, la ciudadela y el Hotel del Chateau Frontenac están a la cabeza de los edificios más interesantes del Vieux Quebec. Ya en la parte alta se suceden los pequeños conventos, iglesias e incluso seminarios. Se contabilizan más de 700 edificios antiguos, entre civiles y religiosos, que abarcan los siglos XVII al XIX. El estilo neoclásico impera en ellos, dotando a la ciudad de un aire antiguo y elegante.
Todo este legado hay que agradecérselo al gobernador general lord Dufferin, quien en la década de 1870 se opuso a la demolición de las antiguas fortificaciones. En aquella época ya habían dejado de tener la utilidad para la que fueron construidas. Sin embargo, lord Dufferin vio en ellas un motivo por el cual dotar a Quebec de un encanto particular. A fe que tenía toda la razón.
Rincones como la Terrasse Dufferin, desde la que se obtiene una de las mejores vistas panorámicas, y monumentos como la Asamblea Nacional o la Basílica de Notre Dame son algunas de las excusas por las que no debéis perderos este particular encanto. El Vieux Quebec es uno de los rincones más hermosos de Norteamérica.
Foto Vía City Data
Impresionante ciudad e precioso centro histórico, no imaginaba Quebec tan bonita… Gracias!!
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