El Albaicin: embrujo de Granada

Albaycin desde la Alhambra

Encaramado a una colina enfrentada a la Alhambra, cuajado de callejuelas estrechas y empedradas, lleno de cármenes bien asentados, salpicado de jardines moriscos y plazuelas recoletas, aislado de la ciudad, se encuentra el bello y encantador barrio de El Albayzin (el Albaicin).

Este antiguo barrio árabe, muestra en todo su trazado su origen musulmán el cual data de los comienzos del siglo XI con la llegada de los bereberes ziríes, quienes se emplazaron en la zona y levantaron las primeras murallas, la Alcazaba Cadima, cubriendo toda su extensión, que va desde San Nicolás, en la zona más alta, hasta el cauce del río Darro, en la parte más baja, y la calle Elvira, en la Plaza Nueva, de un entramado de callejuelas estrechas y empedradas; pero es durante el período nazarí cuando adquiere su mayor esplendor, y manteniendo el ya existente trazado se levantan numerosos cármenes, elegantes villas tapiadas con altos muros y dotadas de jardín y baños árabes, y se completa con pequeñas y pulcras casas, se montan muchos aljibes para la conducción del agua y se alzan mezquitas. Tras la Reconquista, el lugar quedó circunscrito como lugar de residencia para los musulmanes, aunque posterior y paulatinamente fueron siendo expulsados y en lugar que ocupaban sus mezquitas se fueron levantando iglesias cristianas.

Una visita a la magnífica ciudad de Granada, en la que hay mucho que ver, no puede estar exenta de un paseo por este maravilloso y embaucador barrio de El Albayzin; así que situándose en la Plaza Nueva, desde donde comienza, hay que emprender sin prisas un bonito paseo, no sin antes detenerse para echar un vistazo a la Chancillería, en la misma Plaza Nueva, construida en 1530 por orden de los Reyes Católicos, con una bella fachada renacentista; y a pocos pasos en la Plaza Santa Ana, una bonita placita junto a la Plaza Nueva, la Iglesia de Santa Ana, del siglo XVI, de estilo múdejar con elegante portada plateresca y un interesante artesonado en su interior. Sin desviarse mucho, de esta plaza sale una pequeña calle, la calle Pisas, en la que se encuentra La Casa de los Pisa, perteneciente a la orden hospitalaria y que en su interior guarda numerosas obras de arte.

El Albayzin, Plaza de San Nicolas

Una vez se enfila la Carrera del Darro, que nos encauza y nos sumerge en el ambiente propicio, con la compañía de río Darro a un lado y al otro lado las nobles fachadas de los antiguos edificios ya restaurados, en una esquina con la calle Bañuelo, se encuentran los baños árabes del mismo nombre, Los Baños El Bañuelo, construidos en el siglo XI, muy bien conservados y que llaman la atención las aberturas estrelladas de sus bóvedas que permiten una bonita y muy especial iluminación; un poco más adelante está el Convento de Santa Catalina, del siglo XVI y muy cerca el Museo Arqueológico, en cuya fachada destacan las tallas platerescas con los relieves de los emblemas heráldicos de los reyes nazaríes de Granada.

Dentro de su peculiar y bonito entramado de callejuelas y plazoletas se encuentra un buen número de monumentos y conjuntos monumentales de las épocas nazarí y renacentista, entre ellos bien merece detenerse en la Iglesia del Salvador, levantada sobre las ruinas de la antigua mezquita mayor, construida en estilo mudéjar y que conserva originario en su interior un patio de abluciones, columnas, alfarjes y un profundo aljibe; así mismo, todas ellas alzadas sobre ruinas de antiguas mezquitas, otros templos de interés son, la Iglesia de San Cristóbal, Ia Iglesia de San Miguel Bajo, la Iglesia de San José, la Iglesia de San Gregorio, la Iglesia de San Ildefonso y la Iglesia de San Juan de Los Reyes.

Entre los muchos palacios o casas nobles, cabe destacar el Palacio de Dar al-Horra, que en árabe significa Casa de la Señora, donde vivió la reina y madre de Boabdil, último rey de Granada, y posteriormente vivió éste con su segunda esposa Isabel de Solís, que primeramente fue su esclava; construido en el siglo XV, consta de dos plantas y torreón y se organiza en torno a un patio central con dos galerías de tres arcos en su lados. Después de la Reconquista estuvo integrado a la clausura del Monasterio Isabel La Real. Hay muchos más que se pueden ver durante el paseo tales como la Casa de los Mascaronas, la Casa de Yanguas, la Casa de Porras, la Casa del Almirante, la casa de los Córdoba, la Casa de La Lona o la Casa del Castril.

Integradas en las Murallas Zirí y Nazarí, están el Arco de Las Pesas o Puerta Nueva, la Puerta Monaita, la Puerta de Elvira, la Puerta de Fajalauza y Torres de la Alhacaba.

Entre tanto que ver hay que intercalar alguna «paradita» en uno o varios de los numerosos bares que se encuentran por el camino, disfrutando de un refresco o una cerveza bien fresquita acompañada por alguna de las buenas tapas de las que hace gala el tapeo de Granada, y relajarse envolviéndose en el ambiente y el entorno; no hay que dejar de pasar por la bonita calle Elvira, pero lo que sí es ineludible e indescriptible, por eso hay que vivirlo, es acercarse al Mirador de San Nicolás y contemplar la Alhambra a la caída de la tarde, inundándola de un color rojizo y creando un espectáculo de auténtico embrujo, invadiendo a todos los presentes de una emoción tal que nos hará perdurar en el tiempo esa maravillosa visión.

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