Cabo Verde, destino de playas y salinas
La isla-país de Cabo Verde está en macronesia, una parte del océano Atlántico que descansa sobre la costa oeste de África, justo frente a Senegal y Mauritania. Es una isla pequeña de unos 4 mil km2 donde vive medio millón de personas, la mayor parte en la ciudad capital, Praia. Así es, en portugués, ya que Cabo Verde fue una colonia portuguesa desde el siglo XV hasta su independencia en 1975.
Cabo Verde está a unos 600 kilómetros de la costa africana y está compuesto por diez islas, de las cuales 9 están deshabitadas, y 8 islotes. Son islas de origen volcánico y de hecho el punto más alto de Cabo Verde sigue siendo un volcán activo, el Fogo. Hay muchas islas pero la mas grande y la mas poblada es Santiago que es donde está la capital. Desde siempre su economía ha estado ligada a la sal, los plátanos y la caña de azúcar, así que sus principales atracciones turísticas, independientemente de las playas, son estos terrenos que hoy ya no producen como antaño.
Por ejemplo, las salinas de la isla Sal son especiales. La isla mide unos 30 km de norte a sur y no tiene más de 12 km de largo y 216 km2 de superficie. Pero tiene el aeropuerto internacional de Cabo Verde así que si llegas en avión, pues llegarás directamente a ella. Y aquí funciona el resort Cotton Bay, uno de los mejores de la zona. La isla se llamaba Llana debido a la erosión pero cuando el cráter de un volcán extinto se hundió y formó una laguna que en períodos lluviosos producía sal, pasó a llamarse… bueno, Sal.
Si en un comienzo solo vivían aquí animales cuando la sal empezó a comercializarse la isla creció y pasó a ser una de las más importantes de Cabo Verde. Con el desarrollo de la aeronáutica, más adelante, se convirtió en un puesto de reabastecimiento de combustible en los vuelos entre Europa y América del Sur (por eso el aeropuerto) y de allí en más también se transformó en un destino de vacaciones. Imposible entonces pasar por alto sus maravillosas playas, geniales para hacer deportes acuáticos, pero no puede faltar un paseo por las salinas, fuera de acción, pero impresionantes aún.
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